En uno de los blogs más leídos del panorama nacional, ha aparecido una entrada en relación al posible uso de GMail como herramienta de correo corporativo El correo electrónico como commodity. En él Enrique Dans, el autor y extraordinario comunicador, plantea la posible sustitución del correo corporativo por GMail. Su planteamiento se basa en la superior funcionalidad a nivel de usuario de Gmail en relación a cualquier correo corporativo. Adicionalmente, da por sentado que la seguridad y disponibilidad del correo GMail es superior a la de cualquier alternativa corporativa.

Al leer la frase:
"¿Cuánto tiempo van a seguir los responsables de tecnología corporativos engañando a sus jefes con la idea de que el correo que la empresa ofrece es “mejor” o “más seguro” que el que es capaz de ofrecer un especialista en ese tipo de servicios?"
he sentido que quizá se denostaba un poco nuestra / mi posición como especialista en sistemas de correo corporativos.

Entiendo que la experiencia de Enrique, como usuario de correo corporativo no ha sido muy buena, y no le quito razón ni pongo en duda su opinión, ya que muchas implantaciones de correo corporativo podríamos decir que son "mejorables". La pregunta sería, ¿ quién tiene la culpa de ello ? Evidentemente cuando se implanta una solución de correo corporativo, la calidad de dicha implantación puede variar ampliamente.

El panorama tecnológico es muy amplio, mucho mayor de lo que un profano pueda llegar a imaginar, es decir, hay infinidad de productos y soluciones en el mercado. Si la solución es implantada por un especialista del producto podremos tener la garantía de que va a ser una implantación mejor dirigida y con mayor posibilidad de que resulte exitosa.

Las soluciones de correo corporativo que copan el 80 - 90 % del mercado son Microsoft Exchange e IBM Lotus Domino. Como cualquier otro producto software van a requerir de especialistas para su implantación. Sin embargo, tal y como está la situación del mercado tecnológico en España, lo que ocurre en realidad es que una empresa cliente tiene uno o varios proveedores tecnológicos principales. Dicho proveedor o consultora tecnológica presupuestará y realizará la implantación del correo corporativo, independientemente de la adecuación de sus técnicos de sistemas a dicha herramienta. Hemos de tener en cuenta que en el negocio de la consultoría nunca es interesante dejar entrar en un cliente a otra consultora, por lo que la respuesta a los requerimientos del cliente va a ser siempre: "Somos capaces de realizar la implantación". Como consecuencia de esto las implantaciones de mensajería corporativa, en muchos casos, se realizan de manera aberrante y en ningún caso cumplen las expectativas generadas. Y esto no es causado por la mala funcionalidad del producto sino por el desconocimiento, en muchos casos total, de lo que se está haciendo.

No voy a entrar en detalle, aunque si opiné brevemente en el blog de Enrique, de porqué una empresa no puede, o mejor dicho no debe, hacer uso de Google como plataforma de mensajería corporativa ( esto podría quedar para una entrada futura ) pero si que quiero indicar que un sistema corporativo de mensajería bien gestionado puede tener una disponibilidad como poco equiparable a la Google y en relación a la seguridad, en la mayoría de los casos superior a la que puede proporcionar Google. Todo ello sin tener en cuenta que en muchos casos la mensajería corporativa está integrada en otras soluciones de negocio, como ERP, CRMs, soluciones de HelpDesk,.....

Al hilo de la polémica de la atribuciones de la carrera Ingeniería Informática, de si un proyecto tecnológico de unas características determinadas debería ser "firmado" por un Ingeniero Informático, encuentro en la implantación de cualquier producto tecnológico una problemática similar, ¿ quién puede implantar una solución tecnológica ? ¿ ha de estar certificado por el fabricante ?  ¿ O quizá no es todo esto una manera de generar un negocio alternativo con el tema de las certificaciones ? En cualquier caso, desde el punto de vista del cliente, no está de más vigilar quién implanta soluciones en mi empresa, para exigir un mínimo de calidad en las mismas.